Wednesday, October 01, 2014

SirNO. En este blog le decimos NO a las toallas que no secan.

Así de simple, así de sencillo, así de directo.

[El que quiera puede seguir leyendo, el que no, puede quedarse con lo ya dicho que es más que suficiente, además de que cada cual tendrá en su propio ser o estar, parecer o semejar, las razones que expliquen este fenómeno].

 (Una toalla que sí seca)

Por razones que nuestro staff de periodistas no ha podido dilucidar estos engendros (las toallas que no sean) se ofrecen aquí allá y en todas partes. Las podemos encontrar en blanquerías o negocios del ramo pero también a la vuelta de la esquina, en los mini, super e hiperrmercados, galerías comerciales y otros tantos recovecos. Empresarios, caballeros de industria o simples comerciantes inescrupulosos quieren hacernos caer en la trampa poniendo al alcance de nuestra mano (luego de intercambiar un monto x de dinero, algo que no escapa a las leyes generales del comercio) un producto que no cumple con la función para la que fue imaginado, soñado, ideado, pensado, creado: secar (o bien absorber mediante un complejo mecanismo el agua o la humedad que uno desea hacer desparecer, ya sea de su propio cuerpo, del ajeno o de superficie u objeto x, ya que este mismo comportamiento lo podemos observar en lo que comúnmente conocemos como “repasadores”).

Las teorías e hipótesis que a lo largo de la historia reciente han intentado encontrarle sentido a este extraño fenómeno son tantas que sería harto tedioso repasar cada una de ellas pero expertos en sociología textil coinciden en sentenciar que básicamente y en idioma criollo para que todos podamos entenderlo, se trata de un típico caso de “aparentar algo que no se es”.

Consultado por miembros de este blog, el experto Roberto Polverigiani nos explicó que “algunas de las toallas que están al alcance de la mano del consumidor promedio prometen más de lo que terminan siendo porque llevan impregnado en su ADN esto de aparentar ser algo que en realidad no son. Fíjense ustedes que por un lado hacen gala de su suavidad, que si bien es recibida positivamente por el cliente, al mismo tiempo es una cualidad absolutamente innecesaria o superflua, y en definitiva esto termina perjudicando al usuario ya que quizás, sólo quizás, por prestarle atención a este aspecto secundario dejan de cumplir con su función primigenia: secar aquello que está mojado, sea nuestro cuerpo, sea la superficie de la mesa [para el caso de los repasadores que tampoco son ajenos a este flagelo], sea el orín del gato que tenemos por mascota y al que bautizamos Ernesto, o lo que fuere”, concluye Polverigiani improvisando un paso de comedia mientras acomoda su tupido bigote.

Si bien los especialistas aún no han podido determinar el origen de este fenómeno, Polverigiani, doctor honoris causa de la Universidad de Villa General Mitre, sostiene que “por la información y los casos que se han relevado en los últimos años, todo pareciera indicar que esta anomalía se remonta a los inicios de la convertibilidad, cuando cientos de miles de productos chinos o japoneses invadieron los comercios argentinos a valores más “competitivos” o “económicos” (por no decir baratos) pero con su consabida mala o baja calidad”. Para hacerle frente a esta situación, agrega, “algunos industriales locales no tuvieron mejor idea que copiar dichos productos, y con el propósito de abaratar costos en el proceso de fabricación se inclinaron por utilizar telas impermeables “baratas” que importaron de China o Japón, duplicando así la oferta de este tipo de toallas en el mercado local, con las consecuencias detestables que se podrán imaginar”. Claro que nos las imaginamos Doctor. Le agradecemos su aporte y lo despedimos hasta la próxima.

Más allá de las teorías aquí esbozadas, queda claro que es un flagelo que hay que desterrar. 

Seguramente usted, estimado lector, se ha llevado más de un chasco al encontrarse en su vida con este tipo de toallas que incluso tras un proceso de gastamiento importante o de exponerlas al abrasivo sol de enero continúan con el comportamiento errante aquí denunciado. En ocasiones, sólo en ocasiones, esa suavidad que presentan en el primer o segundo uso desaparece tras el primer o segundo lavado y su correspondiente secado; en ocasiones no.
 
Haga oír su voz, proteste y ayúdenos en esta cruzada. Basta de toallas que no secan.


Saludos.
SirThomas.